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miércoles, 25 de julio de 2012

Para la Historia

A propósito del sainete (DRAE: 9. m coloquial. Argentina, Cuba, Uruguay: Situación o acontecimiento grotesco o ridículo y a veces tragicómico) montado por el Gobierno, teniendo como principal actor al Presidente, deseo compartir con Uds., este artículo del historiador Julio Portillo de su columna Las Huellas del Tiempo.

El acto grotesco, lleno de una incultura absoluta, por parte del actor y el elenco que le acompañó, debería tener una respuesta CONTUNDENTE por parte de la Academia de la Historia, no es posible que alguien se burle de manera tan burda de la historia de nuestro país, de los próceres quienes dieron vida a esta golpeada nación, y de todos los venezolanos, solo por la ambición de ser erudito en todo, solo porque le da una puntada de cu...o (perdonen la expresión tan escatológica, me apena usarla pero no encuentro otra), solo por hablar de todo y de nada y solo para adormecer a un pueblo que le cree un Dios y por ello decide cambiar los hechos acaecidos.

Si la Academia no levanta su voz, tendremos que aceptar que esto se lo llevó el Diablo, que los científicos sociales no son tales y que si acaso llegan a artesanos ramplones de la historia, con contadas excepciones de quienes ya han publicado sus comentarios al respecto y a nombre personal, al menos hasta la hora en la cual escribí esto.

BRAVO POR LOS QUE YA HABLARON, O ESCRIBIERON, falta la posición oficial de la ACADEMIA DE LA HISTORIA



Las Huellas del Tiempo

Para la Historia

Julio Portillo

Hoy 24 de julio del año 2012, asistimos en cadena nacional,  a uno de los actos más bochornosos del actual régimen. El autócrata,  asistido por pseudos historiadores e imagineros nacionales y extranjeros, le ha mostrado al mundo un nuevo rostro del Libertador Simón Bolívar hecho a su parecer y semejanza. En los trabajos iconográficos de Enrique Uribe White y Alfredo Boulton y en el diario del coronel polaco Miecislaw Napierski está detallado el verdadero rostro de Bolívar.

Extremando todo análisis, dijo que Bolívar era afro descendiente, insinuó nuevamente que había sido asesinado, que no había nacido en Caracas, sino en Capaya, que el día no era el 24 sino 25 de julio. Que los sobrinos de Bolívar habían sido unos corruptos en clara alusión al candidato de la unión nacional descendiente del Libertador. Que Páez era un agente del imperialismo. Que el médico de Bolívar, el francés Alejandro Próspero Reverend era un enfermero. No faltaron las cartas de Fidel Castro, el gobernante detrás del trono y recitando poemas redujo a la madre del Libertador María de la Concepción Palacios y Blanco a una simple parturienta frente a la negra Hipólita, domestica de la casa de los Bolívar.  

Sobre estos despropósitos, baste decir, que ninguno de los grandes biógrafos del Libertador, pusieron en duda ni la ciudad, la fecha de nacimiento, ni las circunstancias y enfermedad que lo llevó a la muerte física.

El Dr. Reverend se graduó de médico y defendió su tesis en la Universidad de Cartagena en 1824. Fue médico cirujano del Ayuntamiento de Santa Marta, del Hospital Militar y del Ejército. En 33 boletines médicos fue detallando la enfermedad  del Libertador. Le debemos gratitud por su esmero y por no haber aceptado recompensa pecuniaria. También lo atendió el médico  norteamericano Mac Neight.

Pero quien mejor puede responderle a Chávez sobre esta comedia es el propio Libertador: “Yo no puedo vivir entre asesinos y facciosos, yo no puedo ser honrado ni gozar del reposo entre semejante canalla”. “Un país que está pendiente de la vida de un hombre, corre tanto riesgo como si lo jugaran todos los días a la suerte de los dados”.

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